sábado, 25 de octubre de 2014

Errores garrafales

Buenas queridos Valentichurris:

Estaba cantado, creo que todas las valentinas lo sabíamos desde el primer momento en que nos dijo como se iba a llamar su casero.

Ari se mudó hace dos semanas a la bella Italia, otra vez la teníamos de fugitiva en Roma..
Poco antes de irse quedó conmigo y me estuvo contando como era la habitación que había conseguido allí para todos los meses que tenía pensado quedarse.

Era una casa súper cuqui, compartida con una pareja y el casero (que es un chico de su edad), un gato llamado Renato y una perrita que su nombre ha pasado desapercibido en mi memoria. Todo tenía muy buena pinta, a excepción de que su habitación era la antigua alacena de la cocina transformada en dormitorio, es decir, que para entrar a su habitación había que pasar por la cocina. Esperemos que los inquilinos de la casa no sean muy aficionados a la fritanga, porque si no vaticino que Ari no va a ligar mucho con ese perfume a aceite recalentado.

Bueno, lo curioso de toda la casa no era nada de eso, y mirad que el nombre del gato es divino. Lo curioso es que el casero, fue descrito con demasiada minuciosidad para tratarse de un simple casero, y además omitiendo deliberadamente el nombre del susodicho y he aquí el quid de la cuestión mis queridos valentinos:

La primera vez que Ari se fue de Erasmus a Italia, yo con mis súper poderes de medium no remunerada, le predije a Ari un sórdido y guarrindongo romance con un guapo italiano llamado Francesco. Ese revolcón ya tuvo lugar con un chico llamado así, pero yo no quedé satisfecha, al contrario que Ari.

Bien, pues ahora resulta que su casero, el más que descrito por ella., el estudiante de cine y dueño de un gato llamado Renato, fue bendecido con ese nombre tan afortunado. y digo afortunado porque el arte de Ari en la materia del fornicio es altamente conocido y alabado por los machos españoles.

Estaba todo escrito antes de que se conociesen, mis premoniciones nunca fallan.

Ella me dijo que se había hecho la firme promesa de pasar cual monja célibe su estancia en Italia, no quería saber nada más de la forma de amar a la italiana. Pero yo, que la conozco mejor que si la hubiese parido, tenía claro que no iba a durar ni un mes, y más teniendo en cuenta que su casero tenía ese nombre marcado por la pitonisa Valentina.

El fin de semana pasado, su casero, atento como buen italiano, la invitó a salir de fiesta con sus amigos, para que la pobre españolita se fuese socializando con el ganado romano y claro, Ari, adicta a las fiestas como es, no supo decir que no.

Pasaron una noche de litros y humos perjudiciales y terminaron a las diez de la mañana con un pedo más que importante en su casa, pero no, no estaban solos. Les acompañaba el típico amigo que no sabe cuando molesta, no tiene la menor idea de lo que se cuece entre su amigo y la española, o más bien, no quiere darse cuenta porque él no ha pillado nada esa noche y se niega a que su amigo lo haga si él no lo ha hecho, ya se sabe, o follamos todos o la puta al río.

Pasaron todo el domingo de resacote máximo, con el plasta del amigo durmiendo en la cama del caserito y cuando por fin pudieron deshacerse del tercero en discordia ya eran las tantas de la noche.

Solícito como él solo, Francesco decidió que era una ocasión perfecta para cocinar unos macarroni y cenar con su bella inquilina, mientras veían una película tirados en la cama de él.

¡ALERTA, ALERTA! Dingdingding...El italiano no tiene un pelo de tonto y ya la tiene metida en la cama comiendo pasta. Menuda trampa más traicionera, querer hacerse pasar por el típico amigo infinito que no tiene ninguna intención sexual y con ese pretexto meterte en su cama, eso si, en plan colegas.
Ari, más que diplomada en este tipo de truquitos, ya sabía a lo que iba...y empezó que si cosquillitas por aquí, tocaditas de pelo por allí y miraditas insinuantes que solo tenían un significado, claramente.

Cuando el casero, cansado de juegos adolescentes se lanzó al ataque, Ari se dejó hacer, eso si, entre lenguetazo y lenguetazo le dejaba clara su opinión -Francesco, esto no esta bien-

Fiel a su promesa, no se lo traginó, supo cortar el rollo antes de tiempo y los dos se fueron a dormir más calentorros que los viejos de mi pueblo, pero si, se quedaron durmiendo juntos cual pareja moñas haciendo cucharita.

Y a la mañana siguiente, como ella misma reconoce, Ari se despertó con un calentón brutal (si es que para estas cosas es peor que un hombre) y cuando el casero empezó otra vez a llenarle de babas todo el cuello, ella se iba repitiendo mentalmente la promesa de mantener su puturru de fua bajo llave pero...¡El estudiante de cine se bajó a comerle el tortelini! Y eso, queridas y queridos, es irresistible para cualquier fémina del planeta. Total, que al final se dedicaron al fornicio durante toda la mañana.

Ahora el dilema está en que Ari no quiere más tema con él, o eso dice ella, porque yo, personalmente, no me lo creo. Él sigue acosándola en cada rincón de la casa pero Ari tiene la imperiosa necesidad de tirarse a otros, lo complicado está en llevar a otros tíos a la casa, porque probablemente le suba el alquiler.

Un besazo baboso queridos cuchufletillos.

P.D: El gato Renato, cargado de celos hacia Ari, ha decidido mearle el colchón...¡con lo mal que huelen los pisúmenes de gato! Total, que Ari está durmiendo, obligatoria y tortuosamente, con su enamorado, el casero Francesco.

Facebook: valentina en tacones  

Twitter: @valentacones  

martes, 21 de octubre de 2014

El desamor de Valentina


Queridos Valentinos y Valentinas:


Menuda mierda más monumental vengo a contaros hoy. ¿Os acordais de cuando hablabamos de la ruptura entre Nati y su actual exnovia la frígida? Pues bien, esta vez me toca hablar de mi propia ruptura. Parece mentira que la última entrada fuese sobre mi perfecto viaje de amor...Bien, pues por lo visto para exvalentino no fue perfecto.

No quiero entrar en detalles, no me apetece, no me sale de la chirla y no lo veo oportuno. Simplemente quería hablar sobre las reacciones que tenemos después de ser abandonados, apaleados y pisoteados por esas personas a las que nosotros queríamos y con las cuales habíamos construido un proyecto de futuro.

Yo, en mis propias carnes he escenificado varias etapas de este tipo, tanto cuando he sido dejada como cuando he dejado a la otra persona, porque es cierto que dejar una relación es igualmente complicado, aunque por su puesto mucho menos doloroso que cuando sin previo aviso, te escupen en toda la cara.

He sufrido todas las fases:



-Fase de arrastre total: En la que intentas por todos los medios que la otra persona se replantee su decisión y no te deje. Para ello eres capaz de amenazar, suplicar, llorar, gritar e incluso intentar atrapar a esa persona mediante las garras del sexo.


-Fase rabiosa: Sientes una rabia tan profunda y un odio tan extremo hacia la otra persona, que lo único que te mantiene en pie es tu propia ira. Te dedicas a criticar y despotricar sobre él con todos tus amigos y familiares mas cercanos. Destripas y ridiculizas cada parte de su vida y cada palabra que te ha dicho.


-Fase lastimera: Según la persona esta fase viene antes o después de la rabiosa. Te dices a ti misma una y otra vez que si él no te quiere nadie más lo hará, te miras al espejo y ves todos los defectos que tienes que empezar a cambiar para ser una persona medianamente deseable y entonces, lloras, y comes helado cual cerda.


-Fase de orgullo supremo: Sales de compras, vas a la pelu, a la esteticien y ya estás lista para sentirte la mujer más deseable del mundo. Como dice Carol, "para sentirse bien con una misma, lo primero es llevar una lencería brutalmente sexual"
Te haces fotos super postureras y las subes a todas las redes sociales donde sabes, perfectamente, que él las va a ver. Tú sigues queriéndole, y probablemente lo hagas por mucho tiempo, pero sentirte bien contigo misma es el primer paso para ver la luz.



Después de este último palo de mi vida, yo he adoptado una postura medianamente madura, he pasado por casi todas las fases con una rapidez bestial. Ahora estoy en pleno orgullo supremo, pero no se, hay algo diferente, en antiguas rupturas me volvía loca, o bien me convertía en un zorrón desatado, o bien me instalo un radar en la cabeza y voy escaneando macho a macho, defecto a defecto, a cada amigo de mis amigos, como posibles candidatos para pareja.

Esta vez no, esta vez no quiero que me quiera nadie, solo quiero quererme yo, disfrutar de mi tiempo con mis valentiamigas y mis valenticosas. Quiero proponerme nuevos proyectos y terminar los ya empezados.

Esta va a ser una nueva era de Valentina, creerme, os esperan unas entradas la mar de entretenidas.



Un besote súper enorme pocholitazos míos.


Facebook: valentina en tacones  

Twitter: @valentacones  




domingo, 5 de octubre de 2014

Crónica de un viaje de amor

Buenas Valentiamores:

Hoy vengo más moñas que nunca. Acabo de volver de unas vacaciones con Valentino la mar de pastelosas y oye, me apetecía contároslas.

Han sido en su país natal, Marruecos, un lugar mágico, bonito, especial y del cual yo ya estoy hasta el mismísimo chochamen, me paso la vida viajando allí para poder estar con mi chulazo. Querida burocracia española, porque no dejáis de dar por culo a la gente y aceleráis los tramites para que parejas como la mía puedan vivir de una manera sana su relación? Aaa, claro, se me olvidaba, a vosotros eso de hacer feliz a vuestros ciudadanos no se os da muy bien, claro. En fin, sigo.

Hemos pasado una semanita muy bonita y llena de momentazos inolvidables, pero creo que primero debería presentar a Valentino, que siempre dejo caer cositas sobre él pero nunca me he parado a explicar nada en concreto.

Valentino es un mozo bien plantado de 28 años, informático y con los ojos más espectaculares de la Tierra y no lo digo yo…Es divertido, inocente y sexy, muy sexy con un culito divino de la muerte. Tiene sus defectillos como todo hijo de vecino, como por ejemplo el sacrificio inhumano que hace cada vez que tiene que reconocer un error o lo que tarda en arreglarse para salir de casa.

Bien, pues el primer día básicamente estuvimos en Marrakech dedicados al fornicio profundo, total y maratoniano. Llevábamos todo el verano sin vernos, creo que es algo normal e instintivo. Total que después de dejarnos sin una gotica de energía, estuvimos durmiendo unas horas antes de despertarnos para emprender el viaje a las montañas.
Pasamos dos días en una casita rural en medio del Atlas, con unas vistas espectaculares y con el aire más puro que he respirado en años. El problema está en que para llegar hasta allí primero tienes que soportar un viaje de unos cuarenta minutos desde Marrakech, en un taxi más viejo que Matusalén, con siete pasajeros más, y no, con esto no me refiero a que el taxi sea rollo furgoneta no, con esto quiero decir que en un coche normal, nos embutimos seis personas más el taxista. No diré que es una experiencia desagradable, pero supongo que podría ser más divertida si todos hablásemos el mismo idioma y el coche tuviese aire acondicionado.

Al llegar al pueblecito, Asni, decidimos comer allí en la plaza principal y luego ir dando un paseo hasta la casita rural. Lo que no sabíamos nosotros era que estaba a tomar por culo de allí y por caminos de tierra y burros, si, si, he dicho burros, ese animal que aquí en España lo tenemos en peligro de extinción, puedo jurar haber visto en ese pueblo un aparcamiento de ellos. Desde luego el lugar no tenía precio.

Pues después de mucho discutir y de que mi querido Valentino me llamase vaga unas diez veces en diez minutos, conseguí convencerle de ir en taxi a la casa rural, cosa que después me agradeció enormemente en forma de masaje, porque el caminito era todo cuesta arriba. Aún así, una parte del trayecto la tuvimos que hacer andando porque los coches no podían pasar, así que allí que íbamos los dos urbanitas, yo con bailarinas y él con sandalias, arrastrando nuestras maletitas con ruedas de silicona por una jodida cuesta interminable llena de piedras que se me clavaban en las plantas de los pies.

Cuando abrimos la puerta de la casa rural nuestras pintas no podían ser más patéticas, yo chorreando sudor por cada poro de mi cuerpo, con las bailarinas llenas de polvo y tropezones de barro y con la boca abierta buscando oxigeno cual pez fuera del agua y Valentino, bueno, con los pies llenos de barro y con la camiseta empapada de sudor bien pegadita al cuerpo, la verdad que él a mi, así me daba su morvazo, pero eso…un cuadro digno de ver.

Cuando nos enseñaron nuestra habitación y abrimos las puertas de la terraza, nos quedamos totalmente ojipláticos, las vistas eran espectaculares, un valle de montañas atravesado por un par de riachuelos y un buen número de animales dispersos. Era maravilloso y súper romántico, justo lo que necesitábamos. Además la cama era la más grande que había visto en mi vida, he dicho.

Al día siguiente después de desayunar, decidimos bajar al pueblo dando un paseo, porque cuesta abajo no es tan cansado. Y por el camino nos hicimos fotos con gallinas que habían por allí sueltas, bebiendo de riachuelos súper limpitos y haciendo todas esas cosas moñas que se ven en las películas. El problema vino a la entrada del pueblo. Justo ese día era día de zoco, y tocaba venta de corderos…Ay Dios mío, cuando me vi rodeada de corderos bonitos pero malolientes y pulgosos que me rozaban las piernas por todas partes y se intentaban comer mis pantalones, simplemente quise llorar de miedo y a Valentino no se le ocurre otra cosa que preguntarme si quiero una foto ahí metida entre todo ese rebaño de ovejitas, imaginar mi careto de asesina desquiciada cuando le contesté que si quería seguir teniendo sexo durante el resto del viaje que me sacase de ese lugar en menos de dos segundos. Dicho y hecho, no hay nada más efectivo que amenazar a un hombre con cortarle el riego sexual.

El día transcurrió sin más incidentes hasta que tuvimos que volver a la casa rural. No quedaban taxis, ni un alma por las calles, así que llamamos al taxista que nos llevó el día anterior y nos dijo que él estaba lejos, pero que mandaría a algún compañero.

Santa madre del cordero cuando vi llegar al supuesto taxi que nos iba a subir por la montaña. Creo que era un coche que para reconocer el modelo habría que hacerle la prueba del carbono 14, dejando a un lado el hecho de que el asiento trasero, o sea, el mío, era un sofá al que le habían quitado los apoyabrazos. A medida que íbamos subiendo la montaña yo iba ahogándome más y más, no entendía de donde salía tanto polvo si tenía las ventanillas cerradas, y cuando miré al suelo vi un agujero del tamaño de mi pie justo entre mis piernas y otro del tamaño de un puño en la puerta, vamos, que más bien el taxista nos tendría que haber pagado a nosotros por haber subido en ese cacharro.

El resto de tiempo allí fue genial, mucha relajación, mucha paz, muchas pelis vistas en lo alto de una torre árabe tirados en unos cojines gigantes, con el portátil apoyado en el suelo y bebiendo te marroquí con menta a todas horas.

A la hora de despedirnos de los dueños, prometimos volver, y no dudo de que lo haremos, porque son encantadores tanto ellos como el lugar.

Los siguientes dos días tocaban en la playa, así que volvimos a Marrakech por el mismo método de amontonamiento en taxi y una vez allí cogimos un autobús comunitario, con esto quiero decir que hasta que el autobús no va completo, no sale al destino marcado.
Esta vez nos íbamos a una pequeña ciudad costera llamada Essaouira, donde un amigo de Valentino nos había dicho que nos había conseguido un apartamento súper barato para dos noches.

Al llegar, nos dirigimos al apartamentito en primera línea de playa, y al abrir la puerta yo me quise morir. Era un apartamento viejo, destartalado, decorado al estilo marroquí pero en cutre y lo más impactante de todo, con un retrete-ducha, es decir, que dentro del baño, sin plato de ducha ni nada, tenías como una manguerita colgada del techo para ducharte, así que podías estar cagando mientras te lavabas la cabeza. La pila de las manos estaba fuera, en el pasillo. Bueno, eso era un destartalamiento total, pero como no había otra cosa, pues dejamos las maletas y Valentino se rompió el culo al sentarse de golpe en la cama, si, si, el culo. Resulta que la cama era una tabla de madera con dos esterillas de camping encima y una manta gordita.

Lo mejor fue salir de ahí a dar una vuelta y a cenar, ya pensaríamos donde y como dormir con el estomago lleno.

La ciudad era preciosa, típica estructura árabe y arcos árabes, tranquila y con un olorcito a playa estupendo.

Nos pareció súper divertido y perejil ir a la lonja y escoger los pescados que íbamos a querer cenar y el marisquito para que luego nos lo hiciesen a la brasa, así que después de comer un montón de gambas y de sardinitas, nos fuimos a dar un paseo por la orilla del mar, mojándonos los pies y dándonos mucho, mucho amor, vamos, de hecho escribimos nuestros nombres en la arena dentro de un corazón, ¿pastel puro eh?
Y al volver, después de intentar acomodarnos para dormir en las esterillas llegó el momento intoxicación. Yo me puse mala malísima, venga a  vomitar y…bueno, ya sabéis. Pasé 24 horas deshidratada, sin poder tolerar ni un traguito de agua, y con fiebre. Así que el día destinado a ir a bañarnos a la playa y comer por ahí  fue un día reclutados en ese maravilloso apartamento.

Hemos jurado solemnemente no volver a esa ciudad nunca más, esta maldita y no nos quiere.

A pesar de los tropezones del viaje, de verdad os digo que ha sido mágico y maravilloso.


Un abrazo fuerte pocholitos.

Facebook: valentina en tacones  

Twitter: @valentacones  


jueves, 2 de octubre de 2014

Lugares de placer

Buenas mis queridos valentiamores:

El otro día Nati me contó como la policía le pilló en pleno acto amatorio dentro del coche en un parking cerca de la playa con su nueva churrita… ¡Ah! Ese era el bombazo prometido, si, si, si… ¡DINDINDIN! Nuestra querida amante de las alcachofas ha decidido establecerse again.    No es que ella haya estado zorrisqueando con doscientas, de hecho creo que no lo ha hecho con ninguna hasta encontrar a esta pequeña flor de loto.

Es una chica remaja, pequeñita, poquita cosa…al parecer a Natasha le gusta sentirse dominatrix, porque parece tener una inclinación hacia las chicas bajitas. Bueno, eso, una chica agradable y simpática y con esto no estoy diciendo que fea, no…es muy mona y lo más importante, es una persona equilibrada mentalmente, no como la otra zorrusca mundial.

“Comunicado oficial de Valentina para la Sta. Zorrona:
Hemos encontrado sustituta para rellenar ese hueco que habías dejado en Nati, ¿Y sabes que putona del demonio? Te pega mil vueltas, así que vete buscando a otra a la que tener insatisfecha sexualmente porque a frígida si que no te gana nadie.”

Bien, después de estas palabras de despedida prosigo con la historia de Nati y Paula y su coitus interruptus.

Estaba la feliz pareja en el parking donde solemos ir a ver las películas del autocine de gratis, que si manita por aquí, besito por allí, cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo, cuando una pareja de policías llamaron a la ventanilla del coche. Imaginaos los caretos de zarigüeyas deslumbradas por los faros de un coche que se les quedaron a este par de tortolitas al verse amenazadas por una multa por escándalo público, por suerte los ocupantes de un coche que había por allí estaban fumando marihuana y eso pareció ser más interesante que unos cristales empañados por dos cachondonas amantes del riesgo.

Y es que algo debe desatar dentro de nosotras el riesgo de ser pilladas, porque reconocerlo Valentinas, nos pone cangrejas perdidas, sobretodo a Ari, que empiezo a pensar que no es capaz de tener un orgasmo si no se dedica al fornicio en lugares públicos.

En su curriculum tiene lugares tales como, la puerta de un cementerio, parques infantiles, capós de coches, portales, baños públicos, probadores, festivales de música…En fin, que tiene una buena parte de Europa marcada con su olor personal. Lo más gracioso fue cuando estaba haciendo pis en el baño de la universidad con Carol, y le confesó que en ese lugar se había tirado a un tal Ricardo, pero que no le ponía una mierda, que ya era más follisqueo por compromiso que por gusto y placer. Cual fue su sorpresa al salir y ver al chaval con cara de circunstancias después de haberlo escuchado todo todito. ¡Hay que aprender a controlar lo que contamos en lugares públicos!
Nuestra Andreita se ha dedicado a montárselo en unos cuantos baños de discapacitados, ahí, entre las barras de apoyo, el lavamanos y los efluvios de orín por todas partes. Ya se sabe que para gustos no hay nada escrito.

De Carol y Elena no hay datos y yo soy una morbosa nivel enfermizo, el problema es que a Valentino no le gusta tanto el rollito como a mí, así que no puedo profanar lugares tanto como me gustaría. Solo diré que en toda mi vida, el lugar mas raro donde he fornicado ha sido encima de un escenario de un salón de actos, vacío, por su puesto, no os penséis que tengo una vida oculta como actriz de teatro porno.

Y poco más puedo añadir por hoy, creo que ya es bastante confesar públicamente los gustos sexuales y haber anunciado el noviazgo de Nati, pero sin etiqueta, ya sabéis, ellas no dicen que son novias, pero si, lo son…dejémonos de pachuchadas, las cosas tienen nombre y eso se llama pareja. ¡Que vivan las pocholitas!


P.D.: Mujeres del mundo, dejar de decir que os pone cachondas, que os gusta o incluso que os apasiona hacer sexo oral, y me refiero a chupar manubrio, porque los chicos no os van a querer más por decirlo, limitaros a hacerlo y dejar de mentir, porque luego cuando le confiesas a tu pareja que no te gusta, que solo lo haces por él y que realmente a ninguna mujer le gusta…te vienen con eso de que ellos una vez estuvieron con una que le volvía loca. No nos hacéis ningún favor al resto, se llama solidaridad femenina, gracias.

Facebook: valentina en tacones  



Twitter: @valentacones