Buenas
mis queridos valentinos y valentinas:
Por
fin voy a contar aquella maravillosa valenticena de hace un mes
aproximadamente, se que voy con retraso, pero ya os dije que...no me motivaba.
En fin, preparados para vivir una valentinoche de fiesta y eso que esta es
bastante light:
Todo
empezó como cualquier noche de fiesta y sus preparativos. Que si reserva tu, no
tu que tienes más tiempo, total que al final Nati y yo reservamos en un sitio
nuevo que tenía buena pinta. Es decir, barra libre y baratillo aunque los
trabajadores parecían algo emparrados, solo os diré que menos mal que llamamos
para confirmar y pedir que nos pusiesen en la terraza, porque habían tomado
nota para las ocho de la tarde, ¿Hola? ¿Piensan que somos guiris inglesas que
hacen meriendacena? Bueno, luego vinieron los típicos rifirrafes de quien
recoge a quien y quien va a pringarse sin beber ni una gotica de alcohol en
toda la noche porque pilla el coche, otra cosa no, pero somos muy responsables
con eso, que conste. Y al fin llegó el momento, de reunirnos todas, toditas en
la puerta del Petit Burguer casposo del coño.
Fue
un momentazo, estábamos todas, menos Julia, que si no me equivoco estaba de
viaje, pero al margen de esa baja, hicimos un pleno, hasta nuestra Rosita había
venido desde la ciudad condal, si, si, es una pan tumaca en toda regla. Total
que los típicos besitos y ese rollo d "Que mona vas, tía", a todo
esto Nati llegaba tarde, pero no nos sorprendió, porque es una de esas personas
que matarías lentamente porque siempre, y cuando digo siempre, es siempre llega
tarde a todas partes, da igual que a ella le digas que hemos quedado un cuarto
de hora antes de la hora estipulada, ella llegará un cuarto de hora después,
debe ser algo genético, o alguna especie de retraso en el reloj biológico. Así
que mientras Natasha llegaba nos tomamos las primeras cervezuelas de la noche,
después de que aquí, la valentibullera presente, la liase parda con una
camarera porque decía que no habíamos reservado en la terraza y bueno, eso, que
yo cuando sé que tengo razón me altero, pero al final gracias a mi ramalazo de
tía borde, que todo sea dicho, lo tengo muy perfeccionado, conseguimos cenar al
aire libre. Y cuando llegó Natasha empezamos a cenar.
Todo
picoteo bastante rico, bueno, menos unos nachos con salsa picante que eran
intragables, si no que se lo digan a Andrea que venga a quejarse de lo que
picaba, de que si con esos nachos te perforabas el estomago pero no paraba de
comérselos, creo que si encendíamos un mechero delante de su boca y tiraba el
aliento, saldría una ráfaga de fuego.
Mientras
nos hacíamos valenticonfesiones, como un exnovio que se quedó dormido mientras
echaban un casquete debido al alto nivel de alcohol en sangre, y otra que se
quedó dormida mientras le comían todo el puturrú de fua, así que su para
entonces novio se tiró 45 minutacos dale que te pego hasta que se le durmió la
lengua y decidió asomar la cabeza por fuera de la madriguera y descubrió a una
tía más que sobada, semi roncando y con un hilillo de baba por toda la mejilla,
en fin, que si se bebe no se debe ni conducir ni adentrarse en terrenos
sexuales que no serás capaz de capear.
Pues
eso, que mientras nos confesábamos la sangría y la cerveza iba refrescándonos.
Al final llegaron los chupitos que pusieron un punto y final a la cena, y el
camarero, ante tanto despliegue de belleza nos regaló la botellita. Yo no tomé
chupitos, porque desde que una noche vieja en vez de tomarme doce uvas, me tomé
doce chupitos de tequila, solo de ver esos vasitos me entran arcadas. Pero
vamos, que el resto de valentinas se pusieron finas a brindis por nosotras.
Después
nos fuimos a una especie de pub con karaoke, donde lo dimos todo, bueno, o al
menos cuando nos dejaban, porque había un chico que no soltaba el micro ahí le
fuese la vida. Hasta que Carol se cansó de esperar su canción de Belinda y se
encaró al pesado de las narices y le dejó las cosas claras. Fue todo un
espectáculo, la divina de Carol muy puesta y vestida como una niña de bien,
liándola parda cual choni de barrio. Y mientras los chupitos de estrangis
corrían por debajo de la mesa. Ari y Nati se pusieron a hacer un dúo genial, dándolo
todo, sobretodo Ari, que saltaba y bailaba con más ritmo que Rafaela Carrá,
vamos, que consiguió que el público se viniese arriba. Lo que ella no sabía es
que todas sus bercitas inquietas estaban saltando descontroladas y poco a poco
se le iba asomando todo el sujetador por fuera. Nosotras le intentábamos avisar
por señas desde la mesa pero ella se lo tomaba como una especie de movimientos
de animadoras así que nada, ella se lo pasó genial y la gente de las mesas mucho
más.
Cuando
nos echaron de allí buscamos algún otro pub abierto para seguir bailoteando
pero no, todo cerrado, todo menos las discotecas de pago y claro, nuestra
economía no está para pagar ninguna entrada. Así que intentamos camelarnos a un
seguridad, primero con ojitos y escotes y luego cantándole una canción con
coreografía y todo, pero nada oye, era un hueso duro de roer.
Terminamos
la noche sentadas en un banco de una avenida, bebiendo cerveza de pakis un
euro. Ya digo que fue una noche light.
Otro
día os contaré más valentinoches.
¡Os
adoro! Un besito enorme pocholitos.
Facebook:
valentina en tacones
twitter:@valentacones
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