Queridos
valentinos y valentinas:
Siento
este abandono total y absoluto, pero no ha sido culpa mía, si no de este
portátil estúpido y roñoso y de unos ineptos que lo han tenido un mes
paralizado, eso si, como comprenderéis no les he pagado ni un chavito, después
de haberme tenido incomunicada todo un mes y para colmo devolverme el ordenador
prácticamente igual que lo llevé, no se merecen ni las gracias. Así que monté
el pollo, y con una mirada asesina salí muy digna del establecimiento. Solo
espero que no tengan acceso a él porque si no seguro que me lo plagan de virus.
En fin, al lío, han pasado bastantes cosas... ¡y no sé como ni por donde
empezar! Creo que por el principio, así que toca hablar sobre el
valenticoncierto de la diva, la única, irrepetible e inimitable Mónica Naranjo.
Pues
bien, era un jueves, y yo, cual pringada estaba trabajando, muerta de asco,
congelada por el aire acondicionado irregulable de la tienda y escuchando una y
otra vez el último disco de la divísima, porque es bien sabido por todos, que
para disfrutar un concierto tienes que ir con las letras requetesabidas para
poder berrear cual loca descosida y así, poder salir con la prueba indiscutible
de que has estado en ese concierto y de que eres una fan incondicional, es
decir, una afonía de muy padre y señor mío que durante un tiempo te hará
parecer un componente de "Los mojinos escocios" pero luego se te
queda una voz la mar de sensual. Mientras memorizaba y memorizaba, me puse a
bailar cual gogó con tanga y pezoneras fosforescentes y a cantar como si no
hubiese un mañana, sin darme cuenta que había alguien en la puerta esperando a
ser atendido. Cuando carraspeó, la sangre se me fue de la cara y me quedé
petrificada en una postura absurda, con el culo en pompa y los brazos en alto y
poco a poco me di la vuelta con más vergüenza que cuando le toqué una teta a mi
profesora...y... ¡Era Nati! Con un par de latas de cervezas congeladas y un
paquete de quicos en la mano. Casi la reviento, lo juro, mientras ella se
descojonaba a lágrima viva yo no paraba de pegarle y de decirle lo
profundamente idiota que era. Menos mal que la cervecita fría me hizo tragarme
todo el ridículo que había almacenado en ese momento. ¿Sabéis? Natasha y yo,
como somos unas ratas-agarradas, enfriamos las cervezas en la sección de
congelados del super, quiero decir, si estamos dando una vuelta, o como en este
caso, estamos en la tienda, Nati va, mete un par de cerves entre las patatas
congeladas y las croquetas y a la media horita vuelve y...¡tachán! Cerveza fría
por menos de un eurete, pakis del mundo, temblad. Este método está clasificado
como el "valentiahorro", otro día os contaré como ir al autocine de
gratis, y no, no hace falta ponerse las rodilleras para conseguirlo, creerme.
En fin, Parecía que Nati se había olvidado de su depresión postruptura por
culpa de la zorrusca... ¡pero si hasta cantaba! Y creerme, eso no es algo
natural ni habitual ni nada que se le parezca. Solo os diré que jugar con ella
al Sing Star, es como jugar sola, se limita a susurrarle sensualmente al
micrófono, mientras el resto nos desgañitamos intentando parecernos a Rocio
Jurado, pero oye, siempre gana, no me lo explico y sinceramente es algo que me
escuece en mi orgullo de persona que le gustaría cantar bien.
Pues
eso, Nati cantaba y yo ,mientras, recogía todo para ponernos en marcha. Una vez
llegamos allí, no había tanta cola como esperábamos, así que abrimos un par de
litronas fuera del recinto y cenamos un bocata a medias mientras nos
plimplabamos a base de bien para darlo todo más y mejor. Vimos pasar a todo
tipo de especímenes humanos, chicas-chicos, chicos-chicas, porque otra cosa no,
pero homosexuales había un rato, de hecho, creo que era la única hetero del
lugar. Si miraba a Nati, veía como le hacían los ojos chirivitas (y lo que no
eran los ojos) y obviamente, por muy buena amiga que sea y muchas ganas que
tenga de que vuelva al mercado, no tenía ninguna intención de pasarme todo el
concierto sola. Así que agarré fuerte la mano de Nati y empecé a llamarla cari,
churri, amor y todo tipo de apelativos moñas que pudiesen ahuyentar a las
cazadoras.
Cuando
entramos todo fue mucho más heavy, nada más entrar, placa-laca, un tío gordo,
barrigón, el típico prototipo de camionero, muy moreno y con el pelo muy negro
y poblado. A todo esto se le suma que iba con un vestido rojo ajustado, unos
tacones de aguja infinitos, más maquillado que Carmen de Mairena y de
complemento una barba bien tupidita, vamos, una especie de Conchita2.0. Era
totalmente imposible quitarle los ojos de encima y es que me cuesta entender
mucho las pintas de alguna gente, veamos por ejemplo a los hipters, esos nuevos
bohemios, intelectuales que tienen ese aire de "paso de la sociedad"
pero luego se compran la ropa de marca tal, en tiendas tal y se gastan un
pastón para ir vestidos como si hubiesen cogido la ropa del contenedor de
basura, así que queridos niños de papá, dejar de ir de bohemios, intelectuales
torturados por la vida, porque dais mucha pena y bastante risa.
Volvamos
al concierto que me pierdo...Una vez llegamos al escenario, tuvimos una hora y
pico de sesión de música rollo Tomorrowland, que yo no se muy bien como
clasificarla, pero Nati es una entendida del tema y me dijo que estaban
pinchando cosas muy cutres. Desde luego uno de los dj's era la pena negra, no
por la música que pinchase o dejase de pinchar, si no porque el pobre era
gangoso y cada vez que intentaba animar al público era...en fin, algo muy raro.
Imaginaos algo del estilo-Vamossss las manos agggibaaaa- y claro, yo no me
vengo arriba con esa voz ni de coña, que oye, admiro su valor, pero para cierto
tipo de profesiones, hace falta tener una voz un poco más apañada. Al fin este
par de personajillos se fueron y bajaron el telón... ¡Había llegado el momento!
Pero joder, aún tuvimos que esperar veinte minutos más, en los cuales, un par
de madres que acompañaban a su hija, discutían si la palabra
"resetear" estaba de moda o no, ¿hola? no quiero llegar a decir ese
tipo de paridas nunca, por favor no me dejéis. Bueno, tendríais que ver a la
hija muerta de vergüenza, intentando meter la cabeza bajo tierra cual avestruz.
¡Y
por fin, por fin salió la pantera! Enorme, guapa y estilosa como ella sola.
Tenía un montaje brutal, coristas de lujo, escenario espectacular y sobre todo,
su pedazo de voz. Cantamos, gritamos, saltamos, aplaudimos y bailamos, todo
esto ojipláticas perdidas por la voz que salía de ese cuerpo tan pequeño. Nos
fuimos con ganas de más, nos hubiésemos quedado un par de horitas más. Yo no
tuve que esperar al día siguiente para lucir mi afonía, distintivo indiscutible
de lo súper fan que soy....
Y
aquí termina todo. En un taxi, con agujetas en las piernas y ampollas en los
pies pero más felices que nadie. Espero que no me hayáis abandonado por esa
ausencia involuntaria, ¡prometo recompensaros!
Un
valentibeso gigante, os adoro.
Twitter:
@valentacones
facebook:
valentina en tacones
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